sábado, abril 14, 2007

LA SINECURA(1) ECLESIÁSTICA

urgos, 1577 — El sínodo diocesal burgalés prohíbe que se dé la primera tonsura(2) a quien no sepa los rudimentos de la doctrina cristiana. Se pretende así frenar la incorporación al clero de los que buscan favorecerse de sus beneficios, aun sin saber leer o escribir o desconociendo la doctrina de la iglesia.
El clero español del s XVI (100.000 personas) absorbe a gente procedente de todos los estratos sociajes. Los segundones de poderosas familias se juntan con simples hidalgos y con hijos de artesanos y campesinos. La jerarquía social que impera fuera de la iglesia se refleja también dentro de ella, quedando reservados los puestos más relevantes para los personajes procedentes, casi con exclusividad, de la nobleza. Junto a los perjuicios sociales, la principal causa de esta situación, se arguye también otro motivo. Hasta algunos años después del concilio de Trento, no se inicia la creación de seminarios, y a pesar de estos hay un gran número de eclesiásticos que carecen de una cultura básica.
La iglesia constituye, para todo el mundo, una gran atracción. A mediados de siglo, las rentas del clero ascienden a cinco millones de ducados, la mitad del total del reino. A pesar de las graves diferencias entre el clero alto y el bajo, que en muchas ocasiones pasa verdaderos apuros para poder vivir, en el último tercio del siglo muchas gentes buscan el hábito eclesiástico para asegurarse el sustento, ante la crisis económica que asola el país. Según un municipio toledano: «hay doblados religiosos, clérigos y estudiantes, porque ya no hallan otro modo de vivir ni de poder sustentarse».
RAE.
(1)SINECURA.-Empleo o cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo.
(2)Tonsura.-1. f. Acción y efecto de tonsurar.
2. f. Rel. Porción tonsurada de la cabeza, ordinariamente de forma circular.
3. f. Rel. Rito preparatorio que precedía a la recepción de las antiguas órdenes menores

LA FURIA ESPAÑOLA

mberes, 4 de noviembre de 1576 — Los soldados veteranos españoles, amotinados ante la falta de pagas, saquean la ciudad durante horas: en el vandálico acto, pierden la vida más de siete mil vecinos. Es lo que se ha dado en llamar furia española.
La caótica situación económica de la Corona alcanza uno de sus puntos culminantes el 1 de septiembre de 1575, cuando Felipe II firma un decreto de suspensión de pagos, o quiebra. Una de las consecuencias del decreto es la imposibilidad de seguir enviando dinero a Flandes.
A la muerte de Requesens (5.3.1576), Felipe II nombra nuevo gobernador a su hermano don Juan de Austria, al que ordena que se presente prontamente en Bruselas, pasando por el Mont Cenis, ya que la falta de pagas está enervando los ánimos de los soldados. Sin embargo, don Juan retrasa su viaje, entre otras razones por cuestiones monetarias, y viaja a Madrid, para solicitar de su hermano consejos para gobernar Flandes, labor a la que tiene verdadero pánico. Al mismo tiempo que don Juan cruza la frontera de los Países Bajos con Luxemburgo, disfrazado de criado morisco de Octavio Gonzaga, las tropas españolas saquean Amberes. En abierta rebeldía contra los Estados Generales, las tropas habían ocupado la ciudadela de Amberes en el mes de octubre, por medio de la sección de Sancho Dávila. Los vecinos de la ciudad, temerosos de ellos, piden que se refuerce la guarnición;pero la solicitud sólo sirve para enervar más a la soldadesca extranjera y precipitarla al saqueo.

El ataque, que se inicia a mediodía, produce la inmediata caída de los parapetos, y la muerte (Oberstein) o huida (Champagny, Havré) de los principales jefes militares que defienden la ciudad. Los desmanes continúan durante horas, produciéndose más de siete mil muertos e incalculables pérdidas materiales. Para evitar que se repita la furia española, los Estados Generales, que se han reunido en Bruselas, aprueban una alianza con los rebeldes calvinistas de Holanda y Zelanda. Cuando llega don Juan de Austria y quiere imponerse como gobernador, no encuentra más que obstáculos a sus deseos.(Cuadro la furia española según Barón H. Leys. Reales de Bélgica Bruselas)