miércoles, mayo 23, 2007

GITANOS, PRESIDIOS Y ARSENALES

spaña, 1749 — A instancias del marqués de la Ensenada, el rey firma un decreto en el que se ordena que todos los gitanos y vagabundos del país sean conducidos a los presidios —fortalezas— y arsenales para que con su trabajo forzoso contribuyan a incrementar las riquezas de España.Esta medida culmina siglo y medio de persecuciones contra la minoría gitana.
Felipe II intentó expulsarlos, bajo pena de azotes y galeras. Al revelarse la medida inaplicable, sus sucesores optaron por prohibir el uso de trajes, lengua y costumbres propias de la raza, argumentando que en España nunca hubo «verdaderos» gitanos, sino que eran tan sólo gentes de mal vivir, separadas de los demás por estos usos.
Felipe V hizo que se concentraran en unos pocos lugares, y les ordenó que se dedicaran únicamente a la agricultura. Esto no hizo sino perjudicar especialmente a las familias ya asentadas, que sobrevivían realizando pequeños oficios subalternos —molineros, caldereros, cesteros, etc— o con la trata de ganado por ferias y lugares.
Ahora se les pondrá al borde del exterminio. Unos catorce mil hombres fueron trasladados a las minas de Almadén y los arsenales de La Carraca, Cartagena y El Ferrol. A las mujeres se las llevó a Zaragoza, Valencia y Sevilla.
Los niños también estaban perentoriamente obligados a trabajar, a veces desde los ocho años, aunque la norma estipulaba que fuera a partir de los trece, y sólo a los menores de siete se les permitió quedarse junto a sus madres.
Ante las reclamaciones de los gitanos, y de lugares que deseaban su presencia, algunas familias fueron liberadas desde final de año. La desesperación de la mayoría, sometidos a un régimen indefinido de esclavitud y lejos de sus familias, les llevó en dos ocasiones al motín generalizado. Sólo en 1765 conseguirán todos la libertad. sin que por ello cese la intención real de terminar con sus costumbres, nombres y hábitos peculiares, en especial el nomadismo.