as prospecciones sistemáticas y la difusión de la Espeleología han aportado numerosos hallazgos de arte rupestre y permiten afirmar que, al día de hoy, casi todas las cavidades accesibles han sido exploradas y topografiadas. Sin embargo, durante los últimos años se han producido varios descubrimientos sorprendentes e inusualmente bien conservados en cavidades o galerías que se encontraban cerradas desde más allá de la memoria del hombre.
El caso más espectacular es el de la Grotte Cosquer, situada en las proximuidades de Marsella. La entrada utilizada por los hombres prehistóricos está a 37 m de profundidad bajo el nivel actual del Mediterráneo, como consecuencia de la transgresión marina producida al final de la última glaciación. Penetrando en su interior mediante complejas técnicas de espeleobuceo, se llega a galerías más altas, que nunca se han inundado y a las que nadie había accedido desde finales del Pleistoceno. En ellas se encuentran numerosas pinturas y grabados correspondientes a dos etapas. La más antigua, fechada entre el 26.360 y el 27.870 incluye manos en negativo y grabados digitales, y la segunda (17.000-19.000/20,000 BP) muestra más de un centenar de animales: caballos, rebecos, cabras, bisontes, uros, cérvidos, focas, pingüinos y un pez.
Más semejantes al de La Garma son los descubrimientos de la Grotte Chauvet, en la región francesa de L´Ardeche y de Covaciella, en CarreñaCabrales (Asturias). A la primera se puedo penetrar a niveles de 1994 desde un pequeño acceso casi taponado que da entrada a una cavidad excepcional por sus contenidos y por la posterior planificación de las actuaciones a realizar en la misma. Las pinturas destacan por su homogeneidad, quizá obra de un único autor que, además de los temas habituales en el arte de los cazadores (caballos, bisontes, cabras, mamuts, manos, puntuaciones) se dedicó a representar una cantidad superior al 60 por ciento de animales peligrosos, como leones, rinocerontes, osos y hienas. Las dataciones directas de los pigmentos realizadas mediante carbono 14 por acelerador (AMS) han dando resultados no menos inusualmente antiguos, en torno al 31.000 BP; es decir, que corresponderían al periodo de expansión de los Hormo sapiens sapiens en que aún coexistían con los últimos neandertales del extremo occidental de Europa.
En Covaciella, las obras de ampliación de una carretera cortaron la parte superior de la galería, abriendo una vía artificial de entrada por su techo. Suelo y paredes se conservan tal y como fueron abandonados antes del derrumbe que taponó definitivamente su entrada. Su magnífico panel de pinturas y grabados ha proporcionado dos fechas AMS procedentes de los pigmentos de otros tantos bisontes: 14.060 y 14.260 BP.Todos estos descubrimientos comparten el excepcional estado de conservación de las pinturas y grabados con la presencia de otros testimonios de presencia humana: huellas, restos de antorchas, hogueras o de comida, balizamientos, etcétera.
Su preservación y estudio permitirán aprender muchas cosas no sólo acerca de la tecnología y la vida cotidiana de los artistas, sino también sobre las condiciones de conservación de las cuevas y de las representaciones que contienen.