erminó el Camino, han sido más de 200 km en 7 días, etapas llenas de un sinfin de sensaciones que han colmado todas las expectativas, reflexiones, soledad,meditación, reforzado todo lo anterior, con paisajes y situaciones que sólo allí se puede encontrar.Es imposible, transmitir lo que supone esta aventura, sin haber pateado sende
ros, subir puertos o escuchar el rumor de arroyos y del tintineo incansable del bordón que me ha acompañado durante todo el trayecto, siendo el confidente de euforía en ocasiones y de decaimiento en otras.
ros, subir puertos o escuchar el rumor de arroyos y del tintineo incansable del bordón que me ha acompañado durante todo el trayecto, siendo el confidente de euforía en ocasiones y de decaimiento en otras.La lluvia, el viento y el granizo, afianzó más aún si cabe los deseos de pisar la plaza del Obradorio y culminar así esta singladura mágica, en muchas ocasiones, la sombra deambulante de una silueta deformada por los atavíos que me protegía ante las inclemencias, marcaba el sendero de pasos cansados y cuerpo apaleado por lo escabroso del terreno y su orografía a veces rozando lo inconcebible.
He querido descubrirlo por muchas razones, pero quería comprobar personalmente, si era cierto que el camino de las estrellas estaba impregnado de ese encantamiento que tantas personas han pregonizado una vez que lo han acabado.No tengo más remedio que unirme al conjunto de los que han emitido esos juicios, porque, efectivamernte, no se sabe muy bien, aunque uno tenga varias razones para hacer el camino, de que exíste una fuerza especial que te hace seguir a pesar de las dificultades, en otras circunstancias, creo, que no se podría soportar tanto esfuerzo sin que esas fuerzas extrañas no se encontrasen a lo largo de estas etapas cargadas de una espiritualidad incomprensible.
Haciendo un breve resumen de esta parte del camino elegí el punto de partida en función del tiempo disponible, en Ponferrada, por varios motivos, en principio porque consideré que sin pasar el puerto de Cebreiros(1.300 mts),perdía cierta importancia esta aventura y en segundo lugar porque, sería imperdonable no visitar el castillo del Temple, ya que esta fortaleza fue buque insignia de la Orden del Temple que aseguraba el peregrinaje hacia Santiago.
Nelson
