a nueva normativa portuguesa sobre hallazgos arqueológicos puede hacer de las Azores el centro de la arqueología submarina del mundo. La ley plantea la concesión de licencias para la exploración privada y licencias de recuperación de restos. Así las de exploración cubren 100 millas cuadradas y las de recuperación de hallazgos, dos millas de radio. La licencia establece la recompensa por la extracción de los restos arqueológicos, estableciéndose una escala variable, según la dificultad, entre un 30 y un 70 % del valor de lo hallado. El Gobierno portugués se reserva el derecho de comprar los objetos que considere más importantes. Lisboa trata de atraer inversión y de evitar la piratería arqueológica, regulando el acceso de compañías privadas. De momento son ya docenas de empresas las que han solicitado licencias y los mayores cazadores de tesoros del planeta aguardan su oportunidad. Las aguas frías y de escaso oxígeno de las Azores ofrecen un santuario histórico para este tipo de salvamentos. Por otro lado, las Azores eran un punto de parada obligatorio de los barcos a vela que venían de América y las Indias Orientales. De ahí el hecho de que se encuentren tantos navíos españoles sepultados en esas aguas. Quizá nuestro Gobierno pudo presionar más y garantizarse una posición en esta iniciativa portuguesa e incluso intentar frenar esa ley o concurrir a las licitaciones. No sorprende tampoco que sean tres compañías norteamericanas (Capitana Invest, Underwater Salvage y Maritime Explorer) las que peleen por una licencia del Gobierno ecuatoriano para rescatar los restos del galeón Capitana Jesús María de la Limpia Concepción, hundido en 1654, cuyo cargamento, según The Times, está valorado en unos 6 billones de pesetas.
miércoles, enero 23, 2008
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