ecorriendo la calle Sacramento de la capital gaditana, en dirección al hospital de San Rafael, advertí que a pié de la torre de Tavira, se concentraba gran cantidad de jóvenes con instrumentos musicales, haciendo sonar los mismos desafinadamente, como corresponde a los alumnos que esperan que el profesor del consevatorio, les dé el placet para comenzar su instrucción como músicos.
Pero dejando a un lado, esta anécdota, me percaté que el lugar que se utilizaba como conservatorio de música, coincidía también con la famosa torre de Tavira, tribuna privilegiada del siglo XVIII, cuando Cádiz era un emporio mercantil de primera línea, y que la misma fué utilizada como puesto de observanción por los mercaderes de la ciudad, al objeto de controlar el tráfico marítimo que arribaba al puerto procedente de las indias.
Podría pasar desapercibida, como otras tantas torres que exísten en la ciudad de Hércules, pero sin lugar a dudas, ésta, es la reina de las torres, no ya por ser el lugar más elevado sobre el nivel del mar que exístia por aquel entonces, y porque permitía observar en un radio de unos 100 km., sino por tener en sus entrañas, la cámara oscura a la que hago alusión.
Toma su nombre del primer vigía Antonio Tavira, y a parte del cometido que se le ha asignado como conservatorio, tras subir por una escalera de caracol, nos introducimos en la cámara oscura ubicada en la última planta instalada hace unos años , método de observación y génesis de la fotografía, la cámara oscura, ya fue conocida por Arquímedes y más tarde descrita por Leonardo Da Vinci. Se trata de una habitación o caja totalmente a oscuras en la que entraba la luz solamente por un pequeño orificio. Al pasar la luz por él se generaba una imagen invertida de la escena exterior, y que en la actualidad permite visualizar la ciudad de Cádiz de forma panorámica-como se diría ahora-en tiempo real.
Una vez en la cámara, se establecen los turnos para disfrutar de un expectáculo digno de ser difundido por lo novedoso del sistema y por la percepción que obtienen los visitantes, todo esto, aderezado por un guía de voz suave y delicada, que junto al paisaje panorámico que uno preeve observar, forman un todo casi difícil de separar.
Después de terminar tan gratificante experiencia, pasénse por el bar El Serrallo, en la Plaza del Mentidero y atrevánse a degustar unos buenos callos, creo que sería un buen colofón para terminar con una mañana que difícilmente se podrá olvidar.
Nelson
4 comentarios:
Nelson, no se si es mejor la cámara oscura o el fantástico guía que te la enseña. Yo, que no soy andaluza, te puedo decir después de la visita que:
"..Cádiz is different"..
no me imagino en otro lugar del planeta otro guía con tanto encanto contando lo que pasa y se ve desde la cámara oscura.
!!!Qué arte!!!...jajajaja.
Por cierto, no se pierdan en el serrallo,la tapa de paella, tb es típica y si la pueden compartir les sabrán tan buena como los callos.
Un ascensión terrorífica las escaleras de la torre Tavira, peor que escalar el Himalaya, porque la transparencia de los peldaños, va indicando que más dura será la caída cuando se llega arriba jajajajaja.
Una bonita experiencia visitarla, contemplar la cámara oscura observando parte de Cádiz en movimiento, y luego salir a la terraza para verla en todo su esplendor.
Del guía no me acuerdo, será que no era el mismo, o que yo sí soy andaluza.
Un beso, Nelson.
Realmente merece la pena subir a la torre Tavira. Y el acceso aunque no es difícil, sí pone en juego el temple, la concentración y el miedo ja ja ja. Sé que no es para tanto, pero fue lo único que prefiero no recordar. Las vistas, impresionantes. Y la cámara oscura espectacular, independientemente del guía. Creo que en Cádiz todos son agradables. Un saludo.
Me alegro que hayais disfrutado de la cámara oscura,no me la imaginé como realmente la disfruté. La subida , efectivamente, es un poco cansina, como dicen por aquí, y más aún cuando tienes que subir y bajar dos veces seguidas para buscar al guía, pero realmente merece la pena.
Respecto al guía,no me gustaria pronunciarme mucho, pero si os puedo decir que era un personaje tremendamente singular, no ya por su forma de explicar la panorámica que contemplábamos, sino por las ocurrencias que de forma inesperada nos hacía deleitar con detalles irónicos, pues nos quedamos con toda la lencería que las gaditanas utilizan según la moda.
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