martes, septiembre 19, 2006

LOS PENADOS

os reclusos en los arsenales de Marina formaban un grupo muy heterogéneo de individuos, integrado por condenados en causas civiles y militares: ladrones, contrabandistas, desertores, etc.; a los que se unían los vagos procedentes de las levas, y los prisioneros capturados en operaciones bélicas al enemigo o en el apresamiento de buques corsarios – éstos últimos, por lo general turcos y berberiscos, recibían la denominación de «moros» y seconsideraban «esclavos del Rey» -.
La documentación y la bibliografía existente nos proporcionan un conocimiento bastante exacto de una realidad dramática en extremo.
En este siglo de claroscuro, el envío a los arsenales de la Armada se consideró - tras el ajusticiamiento - como la más dura condena que a un sujeto pudiera aplicársele. Con el cabello rapado - medida profiláctica y de control-, hacinados en pontones o edificios insalubres y mal ventilados que les servían de cuarteles, descuidados, semidesnudos, subalimentados y sometidos a castigos temibles, galeotes y simples presidiarios representaban una mano de obra sin cualificar, dedicada a las variadas actividades de estos conjuntos industriales, en particular a los trabajos más indeseables-y penosos, que efectuaban durante todos los días de la semana, incluyendo los festivos, en que se ocupaban en labores más livianas. Y de todos, el más temido: la extracción de las aguas en los diques de carenar en seco con bombas de mano, para lo que se destinaba a aquellos que habían cometido los crímenes mayores; actividad en nada comparable «con los demás trabajos ordinarios del arsenal... y es el mayor castigo que puede ponerse a la Humanidad y a los horrendos delitos de los hombres».
Los galeotes se hallaban permanentemente encadenados, y estaban sentenciados a las más duras faenas, que efectuaban bajo la vara de los cómitres, quienes ejercían su vigilancia y autoridad con excesiva dureza. Los simples presidiarios se destinaban a trabajos más moderados y eran dirigidos por capataces.
Como ha estudiado María Rosa Pérez Estévez en su brillante Tesis Doctoral Los vagos en la España del siglo XVIII, las formas de manifestar el descontento los penados en los arsenales fueron variadas: desde formalizar quejas, expresadas de forma pacífica o violenta, cometer públicamente sacrilegios -normalmente escupir la Hostia en el momento de comulgar y pisotearla -, hasta los intentos de amotinamiento y los incendios. Y junto a todo esto, los continuados intentos de fuga.
En La Carraca ocurrió la noche del 8 de mayo de 1743 un incendio pavoroso, que pudo divisarse en la oscuridad de la noche desde los lugares circunvecinos de la bahía y que arruinó buena parte de las instalaciones estables del arsenal, así como cobertizos de madera, evaluándose las perdidas ocurridas en 589.958 reales. El fuego destruyó los siguientes edificios de piedra: Cobertizo para el tablazón, Casa del Contador, Obrador del ampolletero, Obrador del farolero, Obrador del tonelero y motonero, Obrador de los carpinteros de lo blanco, Obrador del tornero y obrador del pintor33.No quedó clarificada la causa del fuego, culpándose al descuido de algún fumador; aunque en la inspección posterior al siniestro se halló una vela de
seboenvuelta enestopa ycolocada entre las rendijas deuna instalación demadera, con su pábilo hacia el exterior, dispuesta para ser prendida. Se trataba sin duda de la práctica del sabotaje por parte de los presidiarios, como respuesta ante su desespero.
En cuanto a las huídas, éstas se veían dificultadas -además de por los estrictos medios de control y vigilancia - por la naturaleza del medio físico sobre el que se asentaba el establecimiento.
Lo más normal para el galeote que lograba desprenderse de las cadenas era encontrar la muerte ahogado en las aguas y terrenos pantanosos circundantes.
También en este islote, los penados tuvieron como actividades ordinarias el empleo en las maestranzas - particularmente los más jóvenes, en quienes se puso una atención principal con el ánimo de redimidos a través del dominio de un oficio -; la extracción de fangos de los caños circundantes, su transporte y terraplenado en las zonas interiores; el traslado de las materias más pesadas, como maderas, arboladuras, cureñas y cañones; la apertura de caños artificiales y demás obras hidráulicas; la limpieza de sentinas y pozas; y el desempeño de algunos oficios complementarios a la actividad industrial general, tales como los de sastrería, zapatería, barbería, etc., que otorgaban una auténtica situación de privilegio a quienes los desarrollaban.
Desnutridos y en un clima tan húmedo e insalubre, los enfermos abundaban entre ellos, siendo asistidos por los servicios sanitarios del arsenal; si bien ni aun en la situación de ingresado en el hospital, los galeotes dejaban de permanecer encadenados. Los informes llegan a hablar incluso de que diariamente diez o doce individuos recibían aquí el viático por la mañana, quienes morían al atardecer.
En septiembre de 1752 se hallaban en el arsenal de La Carraca 643 presidiarios; 478 en marzo de 1765; y 269 en enero de 1771. Los primeros, divididos en muchachos (menores de 18 años) y hombres, estaban distribuídos respectivamente de la manera que sigue:
- fabricantes de lona, 118 y 102.
- fabricantesdejarcia, 100Y4.
- carpinteros de ribera, 69 y 29.
- carpinteros de lo blanco, 7 y 7.
- veleros, 4 y 5.
- faroleros, 1 y l.
- pintores, 1y ninguno.
- herreros, 1y 6.
- cerrajeros, ninguno y 6.
- torneros, 1y 3.
- sin destino, 27 y l5ps.

Cuando en julio de 1787 el bailío Antonio Valdés, Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina, presentaba al de Hacienda, Pedro de Lerena, el presupuesto de su Ministerio para el año que corría, con expresión de los ramos en que debería invertirse, e incluídos los importes de las deudas existentes a fines del año antecedente - con un total general
de 139.072.614 rs. y3 mrs. -, establecía para el Departamento de Cádiz 48.940.956 reales y 24 maravedíes (33.155.213 rs. y 1 mrs. para las obligaciones del año 1787, y los 15.785.743 rs. Y 23 mrs. para satisfacer las deudas del pasado); 47.873.129 rs. y 26 mrs. para el Departamento de Ferrol (38.302.298 rs. y 17 mrs; y 9.570.831 rs. y 9 mrs., respectivamente); y 42.268.527 rs. y 21 mrs. para el Departamento de Cartagena (38.860.089 rs. y 24 mrs.; y 3.398.4~7 ra. y 31 mrs., para lo uno y lo otro), dedicándose - en la partida n° 14 - para presidiarios y vagos 748.679mrs. y 13 mrs. en La Carraca, 435.023 rs. y 30 mrs. en Ferrol, y en Cartagena 2.385.612 rs. y 9 mrs. En total, se destinaban para los penados 3.569.315 rs.; es decir, e12,56 % del presupuesto general de la Marina para 1787, que llega a elevarse hasta el 3,23 % si se atiende únicamente a los 110.317.061 rs. y 4 mrs. del caudal necesario para las atenciones de tal año, al descontarse
los 28.755.012 rs. y 29 mrs. que se adeudaban. Con claridad se destaca el monto destinado para las atenciones de los presidiarios en el arsenal de Levante, que significa el 66,8 del conjunto de la correspondiente partida para los tres arsenales; mientras que el de Ferrol representa el 12,18%, y el correspondiente a Cádiz alcanza casi e12l % del total..

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