n competencia con los reyes de Murcia, Jaén y Sevilla, consiguió Mohamed ben Yúsuf ben Násar un extenso territorio, que a partir de 1238 constituyó el reino de Granada, último rincón que en la Península poseyeron los temibles conquistadores del sigloVIII.
En 1246 Mohamed I ayudó a San Fernando en la conquista de otros territorios musulmanes a cambio de la protección castellana; esto indica que los límites del reino granadino (desde Sierra Nevada a la costa andaluza) debían estar bien delimitados; de otro modo el nazarí se ponía en peligro de atacar sus propias posesiones. Pero cuando en 1246 algunos musulmanes solicitaron su ayuda, vaciló en acudir en su auxilio contra las armas cristianas, con lo que obtuvo la enemistad de Alfonso X.
Varias veces intentaron aragoneses y castellanos apoderarse del reino, pero la falta de una hábil cooperación lo impidió. La conquista de Tarifa por Sancho IV con la ayuda granadina fue causa de una importante guerra, ya que el rey castellano, que comprendía el valor estratégico de la plaza costera, no la entregó a Mohamed II como había prometido. De nuevo los musulmanes españoles se vieron obligados a solicitar el auxilio de sus correligionarios africanos. sino querían sucumbir bajo las armas castellanas. El predominio norteafricano se hallaba en aquel momento en mano de los benimerines (nombre que las crónicas dieron a la dinastía de los Banu Marin), quienes cooperaron en el sitio de Tarifa, legendario en la Historia de España, como el nombre de su defensor Guzmán,.ElBueno.
Continuaron los benimerines interviniendo en la política guerrera peninsular durante largos años, hasta que en 1340 Alfonso XI les derrotó en la batalla del Salado, la última que se había de librar contra invasores africanos. Poco después, la reconquista de Gibraltar redujo el reino de Granada a estrechos límites. Y, sin embargo, aún perduró siglo y medio. Una de las causas de este fenómeno fue la hábil política de oscilación entre marroquíes y castellanos que sus reyes supieron seguir, inclinándose a uno u otro lado según la situación de cada bando.
Por otra parte, la causa esencial de su disminución territorial paulatina y de la caída final en manos de los Reyes Católicos fue la constante efervescencia interior. Revoluciones palaciegas y guerras civiles se sucedieron sin tregua desde mediados del siglo XIV hasta la cruenta lucha final entre Muley Hacén, Boabdil y el Zagal.
En 1246 Mohamed I ayudó a San Fernando en la conquista de otros territorios musulmanes a cambio de la protección castellana; esto indica que los límites del reino granadino (desde Sierra Nevada a la costa andaluza) debían estar bien delimitados; de otro modo el nazarí se ponía en peligro de atacar sus propias posesiones. Pero cuando en 1246 algunos musulmanes solicitaron su ayuda, vaciló en acudir en su auxilio contra las armas cristianas, con lo que obtuvo la enemistad de Alfonso X.
Varias veces intentaron aragoneses y castellanos apoderarse del reino, pero la falta de una hábil cooperación lo impidió. La conquista de Tarifa por Sancho IV con la ayuda granadina fue causa de una importante guerra, ya que el rey castellano, que comprendía el valor estratégico de la plaza costera, no la entregó a Mohamed II como había prometido. De nuevo los musulmanes españoles se vieron obligados a solicitar el auxilio de sus correligionarios africanos. sino querían sucumbir bajo las armas castellanas. El predominio norteafricano se hallaba en aquel momento en mano de los benimerines (nombre que las crónicas dieron a la dinastía de los Banu Marin), quienes cooperaron en el sitio de Tarifa, legendario en la Historia de España, como el nombre de su defensor Guzmán,.ElBueno.
Continuaron los benimerines interviniendo en la política guerrera peninsular durante largos años, hasta que en 1340 Alfonso XI les derrotó en la batalla del Salado, la última que se había de librar contra invasores africanos. Poco después, la reconquista de Gibraltar redujo el reino de Granada a estrechos límites. Y, sin embargo, aún perduró siglo y medio. Una de las causas de este fenómeno fue la hábil política de oscilación entre marroquíes y castellanos que sus reyes supieron seguir, inclinándose a uno u otro lado según la situación de cada bando.
Por otra parte, la causa esencial de su disminución territorial paulatina y de la caída final en manos de los Reyes Católicos fue la constante efervescencia interior. Revoluciones palaciegas y guerras civiles se sucedieron sin tregua desde mediados del siglo XIV hasta la cruenta lucha final entre Muley Hacén, Boabdil y el Zagal.
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