nos 2.000 légionnaires habían llegado a Veracruz al mando del coronel Jeanningros, jefe del 1er Régiment Étranger.
A finales de abril de 1863, se les encargó custodiar los convoyes que se dirigían a Puebla y el día 29, el coronel ordenó que una compañía marchara en vanguardia de una expedición. La misión correspondió a la 3ª Compañía, formada por polacos, alemanes, belgas, italianos, españoles y una mayoría de franceses. La unidad carecía de capitán, y todos sus oficiales estaban enfermos, por lo que tomó el mando el capitán Danjou, ayudante del primer batallón, y los subtenientes Maudet -el abanderado- y Vilain –el pagador-, quienes partieron con 62 hombres a la una de la madrugada del 30 de abril.
Habían recorrido dos tercios del camino cuando el coronel mexicano Millán se dispuso a atacarlos con 800 jinetes del ejército, 300 irregulares y tres batallones de infantería; en total, unos 2.000 hombres. Al amanecer, la caballería cargó contra los légionnaires, que los rechazaron a costa de perder todos sus víveres y municiones de repuesto, ya que los mulos que los transportaban se espantaron.
La vegetación permitía a los franceses proseguir su camino a cubierto. Pero el capitán Danjou -un veterano curtido en la guerra y el servicio, que había perdido su mano izquierda, debiéndola sustituir por otra articulada de madera comprendió que aquella fuerza mexicana les impediría llegar a Puebla y decidió entretenerla en combate contra su unidad. En lugar de esconderla, hizo que la compañía ocupara una hacienda llamada Camarón, que luego los franceses denominarían Camerone.
Parapetados en la casa y las paredes del patio, esperaron el ataque enemigo. Cuando el coronel Millán les pidió que se rindieran, respondieron a tiros.
Contaban con sus buenos fusiles de infantería modelo 1857 y sus largas bayonetas, mientras que la caballería mexicana, con sables, lanzas y carabinas Spencer sin bayoneta, estaba mal dotada para combatir a pie. El capitán Danjou fue el alma de la resistencia, hizo jurar a sus hombres que combatirían hasta el final y, a media mañana, murió de un balazo.
Los tres batallones mexicanos de infantería asaltaron la casa y la incendiaron, pero tuvieron que retirarse ante el fuego abierto por los legionarios, que resistían entre el humo, sin beber ni comer desde la madrugada. Ya eran mayoría los muertos y heridos cuando el subteniente Maudet, un cabo y tres legionarios hicieron una descarga y se lanzaron a la bayoneta; murieron antes de llegar a los mexicanos. Ya sólo combatían un cabo y dos legionarios cuando el coronel Combas ordenó detener el ataque y tomarlos prisioneros. Habían resistido durante diez horas.
Al día siguiente llegó a Camarón una columna con el coronel Jeanningros. Entre los cadáveres rescataron al único superviviente, el tambor Laï,herido de siete lanzadas y dos balazos.
El coronel reconoció el cuerpo de Danjou, cuya mano ortopédica recogió como reliquia. De los 65 hombres, dos oficiales y 22 legionarios murieron en combate, un oficial y dos legionarios heridos murieron poco después de terminar la lucha, y otros 19 heridos lo hicieron durante su cautiverio; el resto, casi todos heridos, cayeron prisioneros, y sólo Laï fue rescatado.
Camarón se convirtió en la gesta simbólica de la Légion Étrangere; sus tropas presentaban armas cada vez que pasaban ante el lugar. Años más tarde, se colocó una placa con los nombres de Danjou, Villainy Maudet en el patio de honor de la Légion y, actualmente, todas sus banderas y estandartes tienen bordada la leyenda«Camerone 1863». En la ceremonia anual del 30 de abril, el cofre que guarda la mano del capitán es colocado a la derecha de la bandera del 1er Régiment Étranger, sostenida por un general y un légionnaire veterano.
A finales de abril de 1863, se les encargó custodiar los convoyes que se dirigían a Puebla y el día 29, el coronel ordenó que una compañía marchara en vanguardia de una expedición. La misión correspondió a la 3ª Compañía, formada por polacos, alemanes, belgas, italianos, españoles y una mayoría de franceses. La unidad carecía de capitán, y todos sus oficiales estaban enfermos, por lo que tomó el mando el capitán Danjou, ayudante del primer batallón, y los subtenientes Maudet -el abanderado- y Vilain –el pagador-, quienes partieron con 62 hombres a la una de la madrugada del 30 de abril.
Habían recorrido dos tercios del camino cuando el coronel mexicano Millán se dispuso a atacarlos con 800 jinetes del ejército, 300 irregulares y tres batallones de infantería; en total, unos 2.000 hombres. Al amanecer, la caballería cargó contra los légionnaires, que los rechazaron a costa de perder todos sus víveres y municiones de repuesto, ya que los mulos que los transportaban se espantaron.
La vegetación permitía a los franceses proseguir su camino a cubierto. Pero el capitán Danjou -un veterano curtido en la guerra y el servicio, que había perdido su mano izquierda, debiéndola sustituir por otra articulada de madera comprendió que aquella fuerza mexicana les impediría llegar a Puebla y decidió entretenerla en combate contra su unidad. En lugar de esconderla, hizo que la compañía ocupara una hacienda llamada Camarón, que luego los franceses denominarían Camerone.
Parapetados en la casa y las paredes del patio, esperaron el ataque enemigo. Cuando el coronel Millán les pidió que se rindieran, respondieron a tiros.
Contaban con sus buenos fusiles de infantería modelo 1857 y sus largas bayonetas, mientras que la caballería mexicana, con sables, lanzas y carabinas Spencer sin bayoneta, estaba mal dotada para combatir a pie. El capitán Danjou fue el alma de la resistencia, hizo jurar a sus hombres que combatirían hasta el final y, a media mañana, murió de un balazo.
Los tres batallones mexicanos de infantería asaltaron la casa y la incendiaron, pero tuvieron que retirarse ante el fuego abierto por los legionarios, que resistían entre el humo, sin beber ni comer desde la madrugada. Ya eran mayoría los muertos y heridos cuando el subteniente Maudet, un cabo y tres legionarios hicieron una descarga y se lanzaron a la bayoneta; murieron antes de llegar a los mexicanos. Ya sólo combatían un cabo y dos legionarios cuando el coronel Combas ordenó detener el ataque y tomarlos prisioneros. Habían resistido durante diez horas.
Al día siguiente llegó a Camarón una columna con el coronel Jeanningros. Entre los cadáveres rescataron al único superviviente, el tambor Laï,herido de siete lanzadas y dos balazos.
El coronel reconoció el cuerpo de Danjou, cuya mano ortopédica recogió como reliquia. De los 65 hombres, dos oficiales y 22 legionarios murieron en combate, un oficial y dos legionarios heridos murieron poco después de terminar la lucha, y otros 19 heridos lo hicieron durante su cautiverio; el resto, casi todos heridos, cayeron prisioneros, y sólo Laï fue rescatado.
Camarón se convirtió en la gesta simbólica de la Légion Étrangere; sus tropas presentaban armas cada vez que pasaban ante el lugar. Años más tarde, se colocó una placa con los nombres de Danjou, Villainy Maudet en el patio de honor de la Légion y, actualmente, todas sus banderas y estandartes tienen bordada la leyenda«Camerone 1863». En la ceremonia anual del 30 de abril, el cofre que guarda la mano del capitán es colocado a la derecha de la bandera del 1er Régiment Étranger, sostenida por un general y un légionnaire veterano.
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