domingo, septiembre 24, 2006

LA POLITICA DE ALBERONI

uriosa carrera la de Julio Alberoni, aventurero italiano que llegó de monaguillo a cardenal, pasando por ministro de España. Su figura ha sido recientemente reivindicada, aunque no es posible negar su carácter quimerista. El fue de los que convencieron a Felipe V de la conveniencia de un matrimonio italiano y, por supuesto, de una política italiana. Donde Alberoni se equivocó fue en la suposición de que las potencias no intervendrían en una guerra general y de que los italianos se levantarían en masa contra la opresión en cuanto los españoles se plantasen frente a Italia. .
Felipe V, convencido por la habilidad del abate A1beroni, le confió el poder y la dirección de la empresa.
Se firmó un tratado con Holanda e Inglaterra y se concedieron a ésta algunas ventajas comerciales en América. Al Papa se le halagaba con la idea de una cruzada antiturca. Pero el ejército que preparaba el intendente Patiño y la escuadra que se construía a toda prisa en Barcelona iban a tener una finalidad muy diversa. En 1717 zarpó la flota y, ante la sorpresa general, desembarcó en Cerdeña, donde el marqués de Lede se apoderó de la isla en menos de dos meses. Los sardos recibieron con gusto a los españoles.
El golpe estaba iniciado, y había que llevarlo hasta el final antes de que las potencias europeas reaccionasen.
En 1718 partió la segunda escuadra, espléndidamente organizada por Patiño: 30 bárcos de guerra, 340 transportes y 10.000 hombres. Esta vez el objetivo era Sicilia, que fue conquistada en una brillante operación dirigida también por el marqués de Lede. España estaba mostrando una capacidad y un poder que nadie podía suponerle, después de su decadencia en el XVII y de la agotadora guerra de Sucesión.
Entonces sí que reaccionaron las potencias. La flota inglesa atacó a la española sin previa declaración de guerra, y la destrozó frente al cabo Pessaro. Se formalizó la Cuádruple Alianza (Austria, Francia, Inglaterra y Saboya), en tanto que franceses e ingleses se disponían a la invasión de España. Alberoni, con sus sueños ilusorios, quiso formar otra coalición con Rusia y Suecia y fomentar rebeliones en Francia e Inglaterra; pero Felipe. V comprendió que era preferible desprenderse del peligroso ministro, y despachó a AIberoni.
Las tropas españolas abandonaron Sicilia y Cerdeña, bajo la promesa francobritánica de que los ducados de Parma y Toscana serían para el príncipe español don Carlos. Tal fue el sentido del tratado de Cambray, firmado en 1720.

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