eciente y vivo en la mente el hundimiento del Titanic unos días antes en las coordenadas 4146-5014, el vieje de la nave La Navarre a Santander resultó emocionante y angustioso a partir del momento en que, el día 20 de abril de 1912, recibió aviso por radio de la presencia de témpanos en 41º de latitud norte y 48º de longitud oeste.Prudencia, destreza y suerte se unieron para que la llegada sin novedad a puerto se convirtiera gratamente inolvidable recordando las gigantescas catedrales de hielo de 150 metros de base y más de 60 de altura que todo el pasaje sobre cubierta, impresionado, pudo ver pasar, y que al capitán M. Roch sorprendió encontrar en latitudes tan bajas.
viernes, febrero 20, 2009
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