l esfuerzo logístico necesario para mantener las operaciones del ejército de Su Graciosa Majestad en la Península durante la Guerra de la Independencia obligó a la Marina británica a realizar un esfuerzo formidable. Según los datos de su Almirantazgo, desde el verano de 1808 hasta la primavera de 1814 partieron de Gran Bretaña 404 convoyes hacia puertos de España y Portugal. En total, participaron entre mercantes y escoltas 13.427 buques. No hay datos de los convoyes de vuelta ni de los que se establecieron entre puertos peninsulares o entre la Península y el Nuevo Mundo, que también los hubo. Por si este esfuerzo fuese pequeño, la obsesión de Wellington por acumular transportes en Lisboa para una eventual retirada de sus fuerzas en caso necesario fue una constante los primeros meses de su campaña.
Obsesión de lo más razonable, a la vista de las peripecias y bajas del ejército de su antecesor
Moore en La Coruña.
Hasta que en marzo de 1811 el mariscal francés Massena dio por finalizada su incursión en Portugal y se retiró a España consumido por el acoso de los guerrilleros y de los casacas rojas, por la falta de un tren logístico, por el tiempo y por otras tantas causas, había en la desembocadura del Tajo un total de 256 transportes a las órdenes de Wellington, que sumaban 57.487 toneladas. Sólo desde que sus espías le confirmaron finalmente la salida de los franceses consintió en dejar partir para el Reino Unido a 148 de esos buques, que tanta falta hacían en otros escenarios. Con razón se le atribuye a Wellington la siguiente frase: «Si alguien quiere saber la historia de esta guerra, le diré que es nuestra superioridad marítima la que me da la capacidad de mantener mi ejército, mientras el enemigo es incapaz de hacerlo».
G. V. R.
Obsesión de lo más razonable, a la vista de las peripecias y bajas del ejército de su antecesor
Moore en La Coruña.
Hasta que en marzo de 1811 el mariscal francés Massena dio por finalizada su incursión en Portugal y se retiró a España consumido por el acoso de los guerrilleros y de los casacas rojas, por la falta de un tren logístico, por el tiempo y por otras tantas causas, había en la desembocadura del Tajo un total de 256 transportes a las órdenes de Wellington, que sumaban 57.487 toneladas. Sólo desde que sus espías le confirmaron finalmente la salida de los franceses consintió en dejar partir para el Reino Unido a 148 de esos buques, que tanta falta hacían en otros escenarios. Con razón se le atribuye a Wellington la siguiente frase: «Si alguien quiere saber la historia de esta guerra, le diré que es nuestra superioridad marítima la que me da la capacidad de mantener mi ejército, mientras el enemigo es incapaz de hacerlo».
G. V. R.
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