Corre el siglo IX. En el finis terrae, un ermitaño descubre un sepulcro que rápidamente se asocia al del apóstol Santiago el Mayor. La noticia es divulgada por toda Europa a través de los escritos que circulan por los monasterios. La Iglesia y los reyes cristianos de la península Ibérica unen sus intereses para atraer a un número creciente de peregrinos. Acaba de nacer el Camino de Santiago.
Desde ese momento, y durante toda la Edad Media, centenares de miles de peregrinos recorrerán la ruta jacobea, siguiendo la Vía Láctea, persiguiendo el jubileo. Con ellos, llegarán a la Península sus productos, sus ideas y su cultura. El Camino se convertirá, de esta manera, en la vía de conexión de la España cristiana con los pueblos de Europa y con el mundo musulmán de al-Andalus.
El apogeo del Camino fue consecuencia de diversos factores. El sentimiento religioso de los peregrinos se unió a los esfuerzos de la Iglesia y las monarquías, que dotaron a la ruta de las infraestructuras básicas, como puentes, iglesias u hospitales, además de velar por la seguridad de los caminantes.
Tras la Edad Media, el Camino cayó progresivamente en el olvido. Hoy la ruta está otra vez viva, y nuevamente Europa, y el mundo entero, caminan a Santiago.
1 comentario:
La Vía Láctea se desvanece, no porque es el fin del Universo, sino como resultado de la contaminación lumínica: la iluminación inesperada de la atmósfera por las luces de las calles, avisos comerciales, casas, colegios, aeropuertos y otras fuentes. Cada noche miles de millones de lámparas envían su energía hacia el cielo donde objetos microscópicos -- moléculas de aire, polvo en suspensión, y gotitas de vapor de agua -- reflejan gran parte de la luz desperdiciada de vuelta a la Tierra.
Si no revertimos esta tendencia, todo el globo estará envuelto en una cubierta brillante que nos impedirá ver la magia del Universo con nuestros propios ojos.
A veces la civilización tiene estas cosas...
Publicar un comentario