aler, un villorrio situado al este de la isla de Luzón, contaba con una guarnición de medio centenar de hombres cuando comenzó la insurrección filipina. El destacamento, mandado por el capitán Enrique de las Morenas, se hizo fuerte en la Iglesia en junio de 1898. Muerto el jefe, se hizo cargo del mando el teniente Saturnino Martín Cerezo, que aguantó dentro del templo 337 días, negándose a creer que España se había rendido y convencido de que era objeto de una trampa cada vez que los diversos emisarios le aseguraban que la guerra había terminado; los combates y las enfermedades mataron a un tercio de los defensores que, al terminar la primavera de 1899, estaban a punto de terminar todas las provisiones y municiones. En esa crítica circunstancia, Martín Cerezo resolvió salir: destruyó las armas y los equipos que no podía transportar y fusiló a dos sospechosos de traición... En la noche del 1 al 2 de junio, releyendo unos periódicos que le habían dejado a la puerta de la iglesia, reparó en una noticia personal que nadie, salvo en la Península y en un ámbito familar podía conocer- se... así advirtió, finalmente, que los periódicos eran auténticos y que España había perdido la guerra. Al amanecer el 2 de junio de 1899 se rindieron, con condiciones, los recalcitrantes de Baler. Poco después salieron de su encierro con las armas en la mano y honores militares:eran 33 espectros, los “últimos de Filipinas”: un teniente, un médico, dos cabos, un corneta y 28 soldados. Las fuerzas que les cercaban habían sufrido más de setecientos muertos por el fuego de los asediados. Ya en poder de los filipinos, fueron conducidos a Manila y repatriados ese mismo verano.
lunes, enero 07, 2008
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1 comentario:
Un muestra más, la de los últimos de filipinas, del valor y arrojo del ejército español en todas las épocas.-
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