ortugal, 1582 — Tras la derrota del prior de Crato, todas las posesiones ultramarinas portuguesas se sometieron a la autoridad de Felipe II, salvo la isla Terceira de Azores, bajo el mando de don Ambrosio de Aguiar, que seguía reconociendo a don Antonio como único heredero de la corona lusitana.
Amparado por las flotas y los mensajes de Francia e Inglaterra, pensaba Aguiar servir de base para una nada imposible reconquista del país y lograr de nuevo su independencia.La primera acción del rey fue enviar contra la isla a don Pedro de Valdés, con órdenes de que aguardara, antes de atacar, a las tropas de don Lope de Figueroa, pero Valdés se precipitó, y al tomar tierra sus fuerzas fueron rechazadas hasta el mar por los habitantes de la isla, que lanzaron en vanguardia a sus toros.
Fracasada la intentona se preparó una gran flota bajo el mando del marqués de Santa Cruz, don Alvaro de Bazán, con los expertos marinos Recalde y Oquendo, y tres tercios de infantería. Al mismo tiempo salió otra flota, francesa e inglesa, del puerto de Nantes, dispuesta a sostener los derechos de don Antonio. El 26 de julio, ambas escuadras trabaron combate y la victoria de la fuerza española fue completa, perdiendo los del pretendiente más de la mitad de sus barcos. Don Antonio pudo desembarcar en la isla a bordo de un patache.
Tras abandonar Terceira, todavía realizó algunos ataques contra Madeira y las Canarias, sin mayor trascendencia e importancia, antes de refugiarse en Londres.
Un año más tarde, otra fuerza, almando del mismo jefe, desembarcó en la isla y con una hábil maniobra marítima y militar consiguió someterla por completo.
Esta victoria confirmó el dominio que la gran armada española mantenía en el Atlántico, donde sus tripulaciones seguían contándose entre las más expertas. La euforia del triunfo explica en buena medida la decisión de formar la Armada Invencible que debía apoyar el desembarco en Inglaterra.
Desde luego, a la vista del resultado en las Azores, nadie puede sostener que fueran la impericia o la inferioridad técnica los factores causantes de la derrota.El tiempo y los holandeses desempeñaron un papel mucho más decisivo que la aguerrida pero escasa flota de los ingleses.
(Imágen Alvaro de Bazán)
1 comentario:
En la batalla de la isla Terceira, que enfrentó a una flota española de 26 naves de combate, contra una flota francesa de 60, fue la primera vez en la que participaron galeones de guerra.
Por cierto que aquí nos encontramos a un joven Lope de Vega, alistado en la escuadra al mando del marqués de Santa Cruz, que terminaría siendo su amigo.
Al parecer, la victoria del marqués (Don Álvaro de Bazán), fue conseguida gracias al mayor tamaño de sus buques de alto bordo, en especial los portugueses, lo que les proporcionaba mayor altura sobre el mar, permitiéndole dominar a los buques franceses más rasos, aunque mejores veleros y mucho más maniobrables. Los buques españoles fueron diseñados con grandes superestructuras a proa y popa, desde donde disparar contra los tripulantes enemigos, como una versión naval de las fortalezas castellanas pues no en vano estas estructuras se llamaron castillos, nombre que se ha conservado hasta nuestros días.
Saludos. Zinthia.
Publicar un comentario