evilla, 1527 — Se publica el anónimo Discurso contra el duelo, que amplía con nuevas condenas la ya extensa exposición de los preceptos civiles y eclesiáticos que reprueban dicho ejercicio. La práctica del combate en duelo —mediante el cual se pretendía tomar satisfacción por una ofensa, o simplemente hacer una demostración de valor— persistía en España pese,a las continuas amonestaciones y prohibiciones que pesaban sobre él desde tiempo atrás.
Ya en el año 855, el concilio de Valence había condenado con la pena de muerte a todo participante en desafíos de esta índole. De nuevo Inocencio IV prohibía esa práctica en 1255 y todavía, en 1473, el concilio de Toledo castigaba con la expulsión del seno de la iglesia a los duelistas. De poco o de nada sirvieron los intentos de los Reyes Católicos por poner fin a la avalancha de desafíos en España con una pragmática, dictada en Toledo, según la cual se penaba a los que se enfrentaban en duelo y a sus padrinos con el destierro, la infamia y la pérdida de sus bienes. Si por su parte Carlos I hubo de tolerar tal institución —sólo como medio para vengar las injurias— no fue porque se sintiera partidario de ella, sino porque así se lo recomendaron sus consejeros españoles.
No obstante, durante el gobierno del emperador, partieron repetidas iniciativas por parte de la iglesia y otras esferas sociales con el fin de frenarlos y fue el último monarca que concedió un «campo» de honor con su presencia, tal como preveían las leyes seculares. La polémica en torno a los duelos, e incluso la realización de dichos enfrentamientos, continuaría vigente durante mucho tiempo todavía. Un siglo después de la aparición del Discurso contra el duelo, se publicaría otra obra, Discurso contra el duelo y desaflos, escrita por Luis Brochero, quien reiteraba las criticas negativas.
Pero tampoco con este nuevo volumen se conseguiría concienciar a las mentes que defendían obstinadamente esas acciones.
2 comentarios:
Muy interesantes los post, amigo Nelson, siempre variados y sorprendentes, a la vez que instructivos y amenos.
La costumbre de los duelos tuvo su origen en la Edad Media.... Cuando se ordenaba a un caballero, recibía una palmada ritual en la cara, que simbolizaba la última vez que la aceptaría sin devolver un desafío. Por ese motivo, cualquiera que fuese golpeado con un guante, se sentía obligado a aceptar el desafío, o quedar deshonrado.
Aunque parecía que sólo los caballeros tenían un honor que defender, por lo tanto la clase social alta era la “cualificada” para realizarlo. Si un caballero era insultado por alguien de la clase baja, no lo retaba a duelo, sino que le infligía algún castigo físico o enviaba a sus sirvientes para que lo hicieran.
Saludos. Zinthia.
Zinthia, interesantisima tu aportación, creo que el artículo queda perfectamente completado con tu comentario. Un saludo
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