
Los retratos fueron descubiertos por excavadores o —como sostienen otros— por beduinos que buscaban sal. El anticuario austriaco compró un gran número de ellos a un mercader de El Cairo. En 1888, el diario alemán Allgemeine Zeitung, con los artículos firmados por el egiptólogo Georg Ebers, difundió la noticia de los hallazgos y de su importancia, si no como obras de arte sí como documentos histórico-arqueológicos.
Graf decidió mostrar su colección en una exposición itinerante que viajó por varias ciudades: Munich, París, Bruselas y Londres. Después, en 1893, la colección llegó a Nueva York, acompañada por un texto de Ebers indicando su procedencia, que hablaba indistintamente de las necrópolis de Er-Rubayat y de Kerke.
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